Madrid; la ciudad en la que acaban siempre aterrizando, la que les sigue vinculando después de haber conocido bastante mundo.
También la ciudad que le acogió como a un hijo más, con motivos todavía insuficientes para hacerle predilecto. Y que la vio nacer a ella para acabar convirtiéndose con el devenir de la vida en quien es.
A ella le encantaría salir de su arrobamiento, pero existen razones que escapan toda lógica, que se lo impiden.
A todos les extraña que sea capaz de apreciarle, lo que desconocen es que la vivencia de un pasado común del que salieron fortalecidos une más que cualquier prejuicio infundado.
Le quiere por ser como un muro alto, casi como la muralla de Madrid contra el que protegerse y contribuir también a hacerle ver la realidad sin degradar.
Son seres complementarios, ella es capaz de ver en él, atisbos de luz ahondando en esa negrura y sacarles partido. Y él con solo mirarla provoca que aflore en ella su naturalidad, únicamente creando el clima propicio para sacar la verdad que lleva dentro y que quedará hasta que los años borren su memoria como confidencia entre ellos.
Una vez conocida Madrid, (a ella), el protagonista de la historia superó sus prevenciones para dar abrazos, y ella con algo de él le correspondió abriendo el hueco de su mano para sentir su piel tostada. Intercambiados rasgos en ellos, volvieron a creer en un nuevo comienzo.
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