Todo cambió una tarde lluviosa propia de un invierno en Madrid, Martina entró corriendo en un céntrico café para resguardarse de la cortina de agua que caía sobre el asfalto.
Nada más entrar se despojó de su abrigo, dándose cuenta de que la humedad penetraba en su ropa, evidentemente los zapatos de tacón que hoy se había puesto no eran los más adecuados para un día como éste - pensó.
De pronto se percató de que el lugar le resultaba familiar, sus ojos recorrieron circularmente el local, las paredes seguían decoradas con aquellos fanzines que tanto le fascinaban en su juventud, pero no podía ser, allí en el fondo casi en la penumbra, cree haber reconocido una silueta familiar, todavía no está segura de que sea él, después de quince años...
Parece que no tiene compañía, está solo.
¿Tal vez sea él?, tendré que comprobarlo –pensó
¿Eric? – dijo ella tímidamente
¿Martina?– respondió Eric.
Apenas dijo estás palabras, su cabeza evocó aquellos tiempos de su juventud, el grupo de música, su amigo Roger y ella, la vocalista del grupo, la alegría de sus ojos, su sonrisa imperturbable ¿Cuánto tiempo habría pasado?, probablemente ya no serían los mismos.
Inmediatamente se dio cuenta que la tenía delante, tampoco había cambiado tanto, sus ojos y su pelo como el azabache, la seguían delatando, únicamente su cuerpo había cambiado, se había convertido en una mujer de exuberantes curvas de aquellas que a los hombres no les pasaban desapercibidas.
Martina tomó la iniciativa, ante su silencio – no me esperaba volver a verte, las últimas noticias que tuve de ti te situaban en Nueva York, ¿sigue siendo la música tu mundo?, - después de decir estas palabras recordó aquel día, el último que se vieron, antes de que ella con lágrimas en sus ojos metiera sus cosas en una maleta y saliera sin decir ni adiós.
Su aspecto ha cambiado – pensó - ya no era aquel joven melenudo de barba incipiente, las canas empezaban a asomar en un pelo impecablemente cortado, sus ropas eran reflejo de una posición social acomodada pero mantenía su aire bohemio.
-Si te refieres a que la música me sigue apasionando sí, en cuanto a que eso sea el centro de mi vida he madurado, me he dado cuenta que en la vida las personas tienen importancia pero de eso solo te das cuenta cuando se alejan.
-Me alegra saber que has cambiado tu orden de prioridades, durante un tiempo tu recuerdo me resultaba doloroso aunque con los años lo superé, para hacerlo, mi mundo laboral se apartó de la música, enfoqué mi creatividad a través del diseño gráfico. Y tú ¿qué haces ahora?
-Como músico mi carrera no fue exitosa, pero tuve suerte, y con los ahorros que conseguí pensé que podía ayudar a que otros músicos con más talento alcanzaran el éxito, acerté y conseguí posicionar a un grupo joven en la cabeza de las radiofórmulas americanas y después de ellos a otros muchos, por lo que mis viajes a Europa suelen ser habituales.
-Sin embargo me sigue haciendo feliz recordar aquellos tiempos en que Roger, tú y yo tocábamos en pequeños locales en los que jóvenes como nosotros enfervorecían con nuestra música, también a ti en aquellos tiempos te recuerdo feliz
-Sí, fueron tiempos felices pero no podíamos quedarnos anclados en ellos, teníamos que evolucionar y tú creías que esto iba a ser siempre lo mismo, Roger y yo ya buscábamos otra cosa, tu intransigencia debilitó la unidad del grupo.
-Quizás en aquel tiempo no lo vi, pero el paso de los años y la madurez os dieron la razón, lo único malo de aquello fue que se quebró nuestra relación y la amistad con Roger. Durante este tiempo he seguido pensando en ti y muchas veces tuve la tentación de localizarte pero algo me lo impedía.
-Pues ya me has localizado – dijo ella
-Creo que el destino nos ha concedido una nueva oportunidad – afirmó él.
Ella se quedó pensativa – ¿me está proponiendo volver a encontrarnos?
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