Inevitablemente, irrumpió la primavera con su amalgama de colores; las tardes comienzan a ser más largas, el sol va adquiriendo cada día algo más de altura y la luz comienza a traspasar por debajo de la puerta hasta bien entrada la noche en un centenario café urbano. Esta parece ser la estación propicia para que cualquier paso en falso de los protagonistas de la historia acabe por delatarlos y confirmar, por tanto, las sospechas de algún que otro curioso. Desde una sonrisa de ella atrapada a contraplano a una excesivo recelo con ella por parte suyo. Bien podrían estar ya experimentados en actuar como dos desconocidos a los que la vida les ha conducido a conocerse. Cada mañana se despiertan con el temor que algunos lugares ya no sean más seguros. Sin embargo, la cautela no va con ellos, consideran que, al fin y al cabo, a la primavera le pasa como a la auténtica belleza solo la ve quien sabe mirar.
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